topbella

jueves, 18 de junio de 2009

LA MADRE QUE HAY EN MI

Autor: Jaime Bayly

Hola, mamá. Feliz Día de la Madre.–Gracias, mi amor. ¿Estás en Lima? ¿Vas a venir a almorzar?–No. Estoy en Miami.–Ay, qué pena. ¿Y por qué te has quedado solito allá, amor? Deberías estar acá en Lima para celebrar mi día conmigo y con tu Sofía.–No estoy solito, mamá.–¿Tienes visita en Miami?–Sí, mamá. Digamos que tengo visita.–Ay, qué alivio, amor. No es bueno estar solo.–Eso dice el padre Alberto.–¿Alberto se llama tu visita?–No, mamá. Se llama Martín. Es mi chico. Me encantaría que lo conozcas. ¿No te da curiosidad?–Será lo que Dios quiera, amor. El hombre propone y Dios dispone.–Sí, claro. Mamá, necesito pedirte un favor.–Lo que quieras, hijito. Pídeme lo que quieras. Tú sabes que por mi Jaimín muevo cielo y tierra.–Necesito plata.–¿Plata, tú? Pero si tú tienes más plata que yo, amor.–Pero les he prometido a mis hijas y a Martín y a Sofía que no voy a gastar mi plata en mi campaña presidencial. Y sin plata, no puedo ser candidato.–Eso de ninguna manera, amor. Tú tienes que ser candidato. Tú has nacido para ser presidente.–Por eso te digo. Necesito que vendas tus acciones de Volcan y me prestes medio millón de dólares.–¿Tanto necesitas, amor?–Medio millón no es nada, mamá. La campaña puede costar dos o tres millones, fácil.–¿Y en qué te vas a gastar tanta plata, corazón?–Comprar un partido que ya está inscrito me cuesta doscientos mil. Y con los otros trescientos mil tengo que abrir como cien comités de mi partido en todo el Perú.–Ay, qué maravilla, amor. Vas a viajar por todo el Perú. Vas a conocer tu patria querida. Muchas cosas buenas van a salir de todo esto, ya verás.–No estoy tan seguro, mamá. Por ahí me matan de una pedrada. Hay mucho loco suelto que me odia.–Nadie te odia, mi hijito. Tú vas a ganar fijo. Desde que eras chiquito ya te veía fijo como presidente.–¿Cuento con tu plata, entonces?–Bueno, en principio sí, pero tengo que consultarlo, amor, no puedo decidirlo yo solita ahora mismo.–Entiendo. ¿Y con quién piensas consultarlo?–Primero que todo, con tus hermanos. Van a venir todos hoy a almorzar, no sabes cómo te vamos a extrañar.–Pero ellos no van a aprobar que vendas tus acciones y me prestes plata para mi campaña, mamá. Te aseguro que se van a oponer. –Bueno, si ellos se oponen, ya veremos, al final la decisión la tomo yo. –¿O sea que cuento con tu plata? Mira que si quieres que sea presidente, tienes que apoyarme, si no me das este empujoncito no hay candidatura ni nada.–En principio, sí, amor. Pero tengo que consultarlo con mis asesores espirituales y con tu papi, amor.–Pero papi está muerto, mamá.–Está en el cielo, amor. Yo converso todos los días con él. Ya te cuento lo que me dice tu papi. Seguro que se va a poner feliz cuando le diga que vas a ser presidente.–Pero no va a estar tan feliz cuando le digas que te estoy pidiendo medio millón de dólares.–No creas, amor. Tu papi ha cambiado mucho y él siempre quiere lo mejor para ti.–Y lo mejor para mí es ser presidente ¿no?–Sí, mi amor. De eso no tengo dudas. Pero tienes que casarte de nuevo con Sofía. ¿Cómo vas a ser presidente del Perú sin una primera dama?–Ya tengo primera dama, mamá.–¿Quién es, amor? ¿Te has enamorado y no me lo has contado, bandido?–Sí, mamá, de Martín. Martín será mi primera dama.–Tu visita no es una dama, amor. Tu visita es un amigo. ¡No puede ser primera dama!–No sabes la dama sofisticada que es Martín.–Pero tienes que casarte, mi amor. Y no puedes casarte con tu visita. Tienes que casarte con Sofía.–Está bien, mamá. No hay problema. Tú me das la plata y yo me caso con Sofía, trato hecho. ¿Qué iglesia sugieres para casarnos?–María Reina es la que me queda más cómoda, está a dos cuadras de la casa y el padre Griffin es un santo y da unos sermones increíbles.–Magnífico. Separa fecha cuando quieras.–¿Pero estás seguro que Sofía quiere casarse contigo?–No tengo idea. Será cosa de negociar, ¿no? Creo que la idea de ser primera dama no le molestará en absoluto.–Ella es tu primera y única dama, amor. Es toda una dama. ¡Cómo te quiere Sofía! ¡Se desvive por ti!–Además habla inglés y francés perfecto y tiene un aire a Carla Bruni.–¿A quién, amor?–A nadie, a nadie. No lees el Hola.–Yo conozco a todo Lima, amor. Esa Carla me suena.–¿Y si tus asesores espirituales te aconsejan que no me des la plata, qué harías?–Mira, amor, ese es un tema muy sumamente delicado. Yo, por ser Supernumeraria de La Obra, no puedo ir contra los preceptos de mis superiores.–Pero si eres Supernumeraria, ¿cómo puedes tener superiores?–Todos tenemos superiores, amor. Todos. Solo Dios no tiene superior.–Ya. ¿O sea que si te dicen que no, no me das la plata?–No seas pesimista, hijito. No pienses así. ¿Por qué me van a decir que no, si tú serías un presidente de lujo para este país?–Te van a decir que no porque soy agnóstico y porque en el Opus Dei me detestan y porque si gano las elecciones el Perú será un Estado Laico, mamá.–¿Un Estado qué, amor?–Laico. Un Estado Laico.–Amor, eso no lo van a entender los cholos. Eso no lo entiendo ni yo. ¿Qué es un Estado Laico?–Un Estado que no le da plata a ninguna religión. Un Estado que respeta a todas las religiones, pero que no financia a ninguna.–Pero el Perú es un Estado Católico, amor. Católico, Apostólico y Romano.–Sí, y eso es injusto y debe cambiar, mamá.–¿Has estado tomando esas pastillas que te ponen medio loco, amor? ¿Te estás drogando de nuevo?–No, mamá. Pero creo que es injusto que el Estado Peruano le dé plata a la Iglesia Católica.–Es la cosa más justa del mundo, amor. Todos somos católicos en el Perú. La Iglesia necesita esa plata para ayudar a los pobres. –No todos somos católicos, mamá. Hay un montón de gente que es de otras religiones o que es atea o agnóstica y que paga sus impuestos, ¿y por qué vas a usar su plata para dársela a monseñor Cipriani? No es justo.–Amor, no te permito que hables mal de monseñor Cipriani, que es un Santo en vida.–Perdón, mamá.–Y justamente tu misión como presidente será convertir a todos esos pobres descarriados que no son católicos. Tú tienes que convencerlos. Para eso Dios te dio la inteligencia y el don de la palabra. Para enseñarles el camino de la verdad y del bien.–No, mamá. Yo no puedo ser presidente para eso. Ni loco.–¿Entonces para qué quieres ser presidente, amor?–Para que el Perú sea un Estado Laico y la Iglesia Católica se autofinancie como las demás iglesias. Para que los gays tengan los mismos derechos que los heterosexuales. Para que el aborto y el consumo de drogas no sean delitos. Para que la plata que malgastamos en los militares la gastemos en educar a los niños pobres. Básicamente para eso.–¡Qué locuras estás diciendo, mi amor! ¿Estás empastillado? ¿Estás medio loco otra vez? ¿Estás tomando Xanax como caramelitos? ¿Te quieres suicidar?–No, estoy bien.–¿Me estás diciendo hoy, ¡hoy que es el Día de la Madre!, que estás a favor de las drogas, del aborto, ¡del sexo contra-natura! y en contra de los militares y de la Santa Iglesia Católica?–Sí, mamá. Exactamente.–Me has partido el corazón, Jaime.–No me digas Jaime, mamá. Solo me dices Jaime cuando estás molesta.–No estoy molesta. Estoy triste. Estoy muy triste. Y tu papi también.–¿Por qué?–Porque no voy a votar por ti, Jaime. Y porque no voy a darte ni un centavo para tu campaña, si piensas defender el pecado y atacar a la Santa Iglesia.–¿Entonces no cuento con tu medio millón de dólares?–No, hijito. Ni con medio sol.–¿Tampoco cuento con tu voto?–No, amor. Yo votaré por Alan.–Pero Alan no será candidato.–Es lo que tú crees, hijito. Alan y yo hablamos siempre por teléfono y ya te llevarás una sorpresa.–Bueno, mamá, feliz Día de la Madre.–Deja de tomar tantas pastillas, amor. Te inducen al pecado y al libertinaje.–Ya, mamá. Dale saludos a Alan.–Se los daré, mi amor. Saludos a tu visita.–Se llama Martín.–Por eso, saludos a tu visita.–Besos, mamá.–Besos, mi Jaime. –¿Mamá?–¿Amor?–¿No me darías cien mil dólares para comenzar?–Solo si me lo aprueban Alan y el cardenal, amor.–Gracias. Feliz día. Saludos a papi.

Estoy de acuerdo con Jaime, si todas las personas opinaran lo mismo y sobre todo, que vivimos en un país discriminador, que no les importa si nosotras también pertenencemos a esta sociedad y contribuimos con nuestra aportes fiscales, a nadie le importa a quién amemos o no, es nuestra vida, nosotras somos quienes nos vamos a la cama por lo que sentimos y no ellos, así que respeten nuestros derechos y nuestra sexualdad que no le hacemos daño nadie.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Simplemente Fer

Mi foto
Puedes estar de acuerdo o no con mis escritos, y eso no hará que cambie tu vida. Porque cuando lo leas sólo añadirás más conocimientos. Lo importante es que tú al leerlo te conviertas en tu propio Maestro, ya que eres libre de interpretarlo a tu manera y asimilarlo a tu vida...
 
LESTacna© Diseñado por: Compartidisimo