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martes, 13 de noviembre de 2018

Ven y cuéntame la verdad!


Algunas veces las personas mentimos con tal facilidad que se nos hace costumbre engañar a la persona que amamos, mirarla a los ojos y decir que todo está bien. Hoy se acabó –pensé–.
Ese inicio de año fue muy movido para Alexssa, tuvo que mudarse a otra ciudad para culminar sus estudios de doctorado. Mientras;en Tacna, el libre albedrío reinaba en todo mi ser. Si bien es cierto, habíamos caído en una especie de monotonía, de cansancio, la relación estaba resquebrajada, pero ambas aún nos amábamos, al menos eso pensaba. Esa tarde después de salir de la oficina, había pactado un encuentro casual con Daniela, recién la conocería en persona.
Llegué al restaurant y clavé mi mirada sobre ella, tanto así que la puso muy nerviosa, a pesar de la madurez que tenía, podía ver cómo me iba haciendo más imponente, su nerviosismo aumentaba mi seguridad y verbosidad, empecé a tener el control de la situación, lo cual me hacía sentir que mi presa ya estaba vencida, pensaba en saborear sus labios, recorrer su cuerpo palmo a palmo, pensé en la experiencia que tendría, en lo que juntas podríamos hacer en la alcoba, mientras me hablaba analizaba y apreciaba cada  milímetro de su rostro, en la suavidad que sentí al saludarla, imaginaba teniéndola sobre mí, sobre mi piel ardiente de deseo dormido.
Así hubo muchos encuentros, ambas sabíamos que teníamos pareja, con nuestras relaciones dañadas, heridas, o eso era lo que queríamos decir, pero sobre aviso no hay engaño. Ambas conocíamos perfectamente nuestra situación, ambas buscábamos algo que nos mantuviera viva, que nos saque del letargo en el que estábamos sumergidas. Aquella noche pactamos encontrarnos en su departamento, pensaba que había esperado lo suficiente y que mi cuerpo ya quería dar rienda suelta a lo que tanto había imaginado. Escogí con mucho cuidado el atuendo que llevaría. Algo que muestre la sensualidad de mis piernas y que con un cruce de ellas caiga rendida a mis pies, una blusa y brazier de gasa blanca transparente, que dejara ver delicada y sutilmente mis pezones. Me encantaba saber que tenía el control de la situación, me hacía sentir omnipotente y enaltecía notablemente mi narcisismo.
Aquella noche no fue muy diferente a nuestras pláticas, pero sí lo fue cuando acabamos la botella de vino, la veía más desinhibida, más coqueta, más sensual. Se abalanzó sobre mí y me besó con un hambre voraz, dejé que llevara la situación, que se sintiera segura; sin embargo, me intrigaba todo lo que podría hacer en la cama, era muy indispensable que tome el control y deje fluir sus deseos mejor guardados. Fuimos fuego, parecía que no habíamos tenido encuentros sexuales en mucho tiempo, ambas teníamos hambre voraz de sexo, pero cada vez nuestro performance fue acomodándose y nuestros cuerpos comenzaron acoplarse, nos convertimos en las mejores amantes, respetando nuestros tiempos y espacios. Una noche después de haber tenido sexo hasta el amanecer, nos quedamos dormidas. Sonó el timbre y me di cuenta que era ella, su pareja. Estaban hablando no alcanzaba a dilucidar lo que decían, pero la sensación alimentaba mi morbo, mi éxtasis, mis sexo empezaba a humedecerse, cuando Dani ingresa a la habitación completamente pálida, la besé con mucha pasión y nuevamente caímos en nuestra lujuria, nada importaba, sólo dejábamos fluir nuestros instintos, hubieron unos orgasmos magistrales, era imposible contarlos, la noche anterior quedó corta, fue una y otra vez hasta que caíamos exhaustas, pero no nos tomaba mucho tiempo recuperarnos y continuar…
Así transcurrió el tiempo y sin darnos cuenta había transcurrido un año de ser las amantes perfectas, con el mejor sexo. Quizá eso era lo que nos mantenía juntas.
Los continuos viajes de Alexssa nos mantenían distantes, pero ya hace unos meses su permanencia era constante. Empezó a darse cuenta que algo no andaba bien, sospechaba, notaba que revisaba mi celular, buscaba algo pero no encontraba nada. Todas mis malas acciones estaban bajo control. Si antes la relación ya estaba resquebrajada, creo que a estas alturas estaba completamente rota, pero no me atrevía a terminar, mi egoísmo no me permitía cortar completamente, no quería que otra persona llegue a conocer mis defectos y manías como sólo ella las conocía.
Tenía muchísimo miedo a empezar de cero, a formalizar una relación. Estaba claro que Alexssa era la amiga perfecta, la quería, la amaba pero de una manera más fraternal, el amor, la pasión era algo que no existía en nuestra relación y aún así ambas nos conformábamos en cuidarnos y a mantenernos juntas.
Después de mucho pensar y meditar, pensé que era el momento preciso de hablar, que lo que me unía a Daniela era otra cosa y no amor. Ambas lo comprendimos y decidimos terminar nuestra relación clandestina.
A estas alturas de mi vida, debo confesarles que fue el peor error que pude cometer. Me había convertido en una persona frívola, calculadora, cínica y muy egocéntrica. Le confesé todo lo que había hecho a Alexssa y me fui a radicar a otro estado.  Ella decía que aún me amaba, pero se cansó de esperarme y también creo que su amor por mí, estaba dormido o quizá muerto. Después de nuestra ruptura no pasó mucho tiempo e inició una nueva relación, no voy a juzgarla, pero confieso que la extraño y mucho. Algunas veces me la he encontrado por azahares del destino y cuando la veo, siento tanta alegría y recuerdo en facción de segundos todo el tiempo que pasamos juntas, todo lo hermoso que vivimos. Viven en mí los más hermosos recuerdos. Sin embargo, cuando la veo a los ojos ya no me veo en ellos, siento que soy un ser completamente extraño a quien saluda por compromiso y que si pudiera me evitaría.
Han transcurrido algunos años desde nuestra ruptura y aprendemos de nuestros errores, desde que te confesé la verdad, no he vuelto a ser esa persona egoísta y cínica. Cambié, reí, lloré, mejoré y desde aquel día me prometí que jamás volvería a engañar a la persona que amo con tal descaro. Sé que nunca leerás estas líneas, pero aprendí mucho de ti, soy tu esencia, tu creación y espero tener la oportunidad de pedirte perdón y que a pesar de los años aún me pesa tu ausencia.





Simplemente Fer

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Puedes estar de acuerdo o no con mis escritos, y eso no hará que cambie tu vida. Porque cuando lo leas sólo añadirás más conocimientos. Lo importante es que tú al leerlo te conviertas en tu propio Maestro, ya que eres libre de interpretarlo a tu manera y asimilarlo a tu vida...
 
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