Algunas
veces las personas mentimos con tal facilidad que se nos hace costumbre engañar
a la persona que amamos, mirarla a los ojos y decir que todo está bien. Hoy se
acabó –pensé–.
Ese
inicio de año fue muy movido para Alexssa, tuvo que mudarse a otra ciudad para culminar
sus estudios de doctorado. Mientras;en Tacna, el libre albedrío reinaba en todo
mi ser. Si bien es cierto, habíamos caído en una especie de monotonía, de
cansancio, la relación estaba resquebrajada, pero ambas aún nos amábamos, al
menos eso pensaba. Esa tarde después de salir de la oficina, había pactado un
encuentro casual con Daniela, recién la conocería en persona.
Llegué
al restaurant y clavé mi mirada sobre ella, tanto así que la puso muy nerviosa,
a pesar de la madurez que tenía, podía ver cómo me iba haciendo más imponente,
su nerviosismo aumentaba mi seguridad y verbosidad, empecé a tener el control
de la situación, lo cual me hacía sentir que mi presa ya estaba vencida,
pensaba en saborear sus labios, recorrer su cuerpo palmo a palmo, pensé en la
experiencia que tendría, en lo que juntas podríamos hacer en la alcoba,
mientras me hablaba analizaba y apreciaba cada
milímetro de su rostro, en la suavidad que sentí al saludarla, imaginaba
teniéndola sobre mí, sobre mi piel ardiente de deseo dormido.
Así
hubo muchos encuentros, ambas sabíamos que teníamos pareja, con nuestras
relaciones dañadas, heridas, o eso era lo que queríamos decir, pero sobre aviso
no hay engaño. Ambas conocíamos perfectamente nuestra situación, ambas buscábamos
algo que nos mantuviera viva, que nos saque del letargo en el que estábamos
sumergidas. Aquella noche pactamos encontrarnos en su departamento, pensaba que
había esperado lo suficiente y que mi cuerpo ya quería dar rienda suelta a lo
que tanto había imaginado. Escogí con mucho cuidado el atuendo que llevaría.
Algo que muestre la sensualidad de mis piernas y que con un cruce de ellas
caiga rendida a mis pies, una blusa y brazier de gasa blanca transparente, que
dejara ver delicada y sutilmente mis pezones. Me encantaba saber que tenía el
control de la situación, me hacía sentir omnipotente y enaltecía notablemente
mi narcisismo.
Aquella
noche no fue muy diferente a nuestras pláticas, pero sí lo fue cuando acabamos
la botella de vino, la veía más desinhibida, más coqueta, más sensual. Se abalanzó
sobre mí y me besó con un hambre voraz, dejé que llevara la situación, que se
sintiera segura; sin embargo, me intrigaba todo lo que podría hacer en la cama,
era muy indispensable que tome el control y deje fluir sus deseos mejor
guardados. Fuimos fuego, parecía que no habíamos tenido encuentros sexuales en
mucho tiempo, ambas teníamos hambre voraz de sexo, pero cada vez nuestro
performance fue acomodándose y nuestros cuerpos comenzaron acoplarse, nos
convertimos en las mejores amantes, respetando nuestros tiempos y espacios. Una
noche después de haber tenido sexo hasta el amanecer, nos quedamos dormidas.
Sonó el timbre y me di cuenta que era ella, su pareja. Estaban hablando no
alcanzaba a dilucidar lo que decían, pero la sensación alimentaba mi morbo, mi éxtasis,
mis sexo empezaba a humedecerse, cuando Dani ingresa a la habitación
completamente pálida, la besé con mucha pasión y nuevamente caímos en nuestra
lujuria, nada importaba, sólo dejábamos fluir nuestros instintos, hubieron unos
orgasmos magistrales, era imposible contarlos, la noche anterior quedó corta,
fue una y otra vez hasta que caíamos exhaustas, pero no nos tomaba mucho tiempo
recuperarnos y continuar…
Así
transcurrió el tiempo y sin darnos cuenta había transcurrido un año de ser las
amantes perfectas, con el mejor sexo. Quizá eso era lo que nos mantenía juntas.
Los
continuos viajes de Alexssa nos mantenían distantes, pero ya hace unos meses su
permanencia era constante. Empezó a darse cuenta que algo no andaba bien,
sospechaba, notaba que revisaba mi celular, buscaba algo pero no encontraba
nada. Todas mis malas acciones estaban bajo control. Si antes la relación ya
estaba resquebrajada, creo que a estas alturas estaba completamente rota, pero
no me atrevía a terminar, mi egoísmo no me permitía cortar completamente, no
quería que otra persona llegue a conocer mis defectos y manías como sólo ella
las conocía.
Tenía
muchísimo miedo a empezar de cero, a formalizar una relación. Estaba claro que
Alexssa era la amiga perfecta, la quería, la amaba pero de una manera más
fraternal, el amor, la pasión era algo que no existía en nuestra relación y aún
así ambas nos conformábamos en cuidarnos y a mantenernos juntas.
Después
de mucho pensar y meditar, pensé que era el momento preciso de hablar, que lo
que me unía a Daniela era otra cosa y no amor. Ambas lo comprendimos y
decidimos terminar nuestra relación clandestina.
A
estas alturas de mi vida, debo confesarles que fue el peor error que pude cometer.
Me había convertido en una persona frívola, calculadora, cínica y muy
egocéntrica. Le confesé todo lo que había hecho a Alexssa y me fui a radicar a
otro estado. Ella decía que aún me amaba,
pero se cansó de esperarme y también creo que su amor por mí, estaba dormido o
quizá muerto. Después de nuestra ruptura no pasó mucho tiempo e inició una
nueva relación, no voy a juzgarla, pero confieso que la extraño y mucho.
Algunas veces me la he encontrado por azahares del destino y cuando la veo,
siento tanta alegría y recuerdo en facción de segundos todo el tiempo que
pasamos juntas, todo lo hermoso que vivimos. Viven en mí los más hermosos
recuerdos. Sin embargo, cuando la veo a los ojos ya no me veo en ellos, siento
que soy un ser completamente extraño a quien saluda por compromiso y que si
pudiera me evitaría.
Han
transcurrido algunos años desde nuestra ruptura y aprendemos de nuestros
errores, desde que te confesé la verdad, no he vuelto a ser esa persona egoísta
y cínica. Cambié, reí, lloré, mejoré y desde aquel día me prometí que jamás
volvería a engañar a la persona que amo con tal descaro. Sé que nunca leerás
estas líneas, pero aprendí mucho de ti, soy tu esencia, tu creación y espero
tener la oportunidad de pedirte perdón y que a pesar de los años aún me pesa tu
ausencia.