Hola, quiero compartir con ustedes una historia muy sensible y hermosa de una figura pública en Perú, sé que la apreciarán. Estoy convencida que llegará a muchas personas por la innumerables visitas que recibo y que es digna de leer. (Tomado del blog base4).
Esto es como una maratón. Es una carrera de largo
aliento y se tienen que superar muchas vallas. Primero necesitamos un óvulo
apto, luego un espermatozoide fuerte, luego que el embrión sobreviva, luego
hacemos la transferencia y esperamos que pegue en el útero, luego que el bebé
se prenda bien y anide y así… valla tras valla. Si estás dispuesta a correr
esta maratón con fe y serenidad podemos intentarlo.
Frases más, frases menos. Esto es lo que nos dijo
el doctor Ernesto Escudero en su consultorio, casi sin titubear. Sucedió hace
cinco años y medio. Me dijo que por mi edad estaba un poco tarde para intentar
ser mamá, pero que siempre había posibilidades y que lo más importante eran mis
ganas, mi fe, mi ilusión. Habíamos intentado con mucho amor y frecuencia, pero
no lograba quedar embarazada. De pronto sospeché que algo malo podía estar
sucediendo en mi cuerpo. Comencé a indagar y un buen día la talentosa
diseñadora Fátima Arrieta me contó que el doctor Escudero experto en fertilidad
era un médico milagroso. Anoté su número y manejé a la clínica Montesur. Así lo
conocí.
Así supimos que jamás podría tener hijos por vía
natural porque tenía las trompas obstruidas. Así experimenté lo que toda mujer
que quiere maternar siente cuando le dicen que no puede hacerlo sin ayuda:
cuando la palabra estéril se tatúa en el alma no se puede respirar. Es como si
todo el mundo girara a velocidad centrífuga y solo intentaras no caer. Cada día
te preguntas en qué momento se obstruyeron, por qué te pasó eso a ti. Me costó
levantarme, pero aprendí que hay métodos para poder ser mamá. Mi doctor siempre
lo dice: no existen imposibles cuando uno quiere; solo debes luchar y confiar y
nunca darte por vencida a pesar de que es una larga maratón y todo el camino es
cuesta arriba. Y lo más importante él estaba conmigo, él me apoyaba, él quería
que yo maternara.
Durante años soporté las mismas preguntas
indiscretas de siempre. Familiares, amigos y desconocidos, todos lanzando las
mismas preguntas: ¿por qué no tienes hijos? Seguro no has tenido ganas, ¿no?
¿Por qué trabajas tanto si no tienes hijos que mantener? ¿Por qué no quieres
ser mamá? Nunca terminé de contestar con solidez porque nunca entendí cómo así
alguien podía juzgar a una mujer por no ser madre. Recuerdo incluso a una
productora que en un arranque de rabia no controlada me dijo que yo no era
completa porque no había parido. La gente es cruel, ¡claro que es cruel! Un día
decidí dejar de hablar de mis planes maternales para no escuchar más preguntas
bobas; pero nunca en estos años dejé de confiar en que sí podría anidar. Un
milagro, es lo único que le pedía a Dios.
Recuerdo bien esa mañana en el consultorio. Escuché
al doctor Escudero con el corazón hecho pasa, pero decidí correr la maratón de
los tratamientos que me proponía sin perder tiempo (ni óvulos), cogí varios
litros de perseverancia y comencé a correr. Juro que el proceso puede llegar a
ser bastante devastador por los fracasos. Te aspiran óvulos y pocos están
perfectos. Intentas otra vez, logras que el embrión comience a tener vida pero
cuando te lo transfieren no prende. Intentas otra vez y no prende. Intentas y
tu útero está en perfecto estado y muy dispuesto, pero algo pasa y no te
embarazas. Hasta que un día lo logras, te dicen que sí, que estás embarazada;
pero rayos, el embarazo es ectópico y no puedes continuar. A mí me ha sucedido
todo esto y he llorado a solas porque uno se cansa de contar las batallas.
Intentas y solo el doctor sabe de tu lucha, de tu amor, de tu fe. Intentas y
sigues cumpliendo años y sigues pensando en tu reloj biológico y en que pronto
ya no podrás. Intentas y en el camino la adopción también aparece como una
ruta, pero ay de ti si eres soltera. Intentas nomás.
…
Este 2015 cumplí 46 años. Habían pasado más de
cinco años desde que comencé a intentar ser mamá con asistencia médica.
Repasaba. Mi amor se había ido para siempre de este mundo, pero me había dejado
su fuerza, su apoyo, su lucha, su luz, su energía. Tú serás mamá, eso siempre
me decía. Había pasado por varios intentos y estaba cansada, toda mi alma, todo
mi cuerpo. Seguía en la maratón, pero confieso que estaba agotada. Ni mis
amigos ni mi familia preguntaban ya por mi sueño maternal. Era mejor. Creo que
pensaban que había tirado la toalla. Hasta que llegó el mes de julio con una
propuesta perfecta. Un viaje milagroso y maravilloso. Israel, Tierra Santa.
Fiestas Patrias. Viajé. En plena aventura sabía que tenía que colocarme una
inyección para intentar otra vez ser mamá. Lo hice, una amiga periodista me
ayudó. Se llama Paola Pejovés. Creo que no entendió bien por qué y para qué
necesitaba inyectarme, pero fue muy discreta y no hizo más preguntas. Yo solo
le dije que no era nada malo, que me ayudara por favor, que era el primer
escalón de otro intento. Recé mucho antes del pinchazo y todavía recuerdo su
abrazo lleno de fe. Esa noche le agradecí tanto a Dios. Recé por Paola, recé
mucho por mí.
En Israel me entregué a Dios y hablé horas
interminables con la Virgen, le conté todo lo que pensaba, lo que sentía, lo
que había pasado en mi vida (aunque creo que no era necesario porque ella sabe
todo). Hice toda la peregrinación que una mujer que no puede tener hijos hace
buscando un milagro. Visité todas sus iglesias, tomé el polvo de la gruta de la
leche en Belén, llegué a Ein Kerem donde está la iglesia de la Visitación,
donde Isabel recibió la visita de su prima María, Isabel, sí, la prima viejita
como yo que quedó embarazada. Me abandoné en Dios. Eso creo. Abrí mis canales
de la fe al diez mil por ciento y me dije otra vez que todo saldría bien. Lloré
como nunca he llorado en las iglesias. Caía de rodillas. Exhausta. Recuerdo
mucho a Rocío Gonzales, una peruana que conocí de pura casualidad y que me
preguntó sin anestesia qué milagro le pedía a la Virgen y porqué lloraba tanto
mientras rezaba. Le contesté que quería ser mamá, nada más, que era lo único
que pedía en esta vida. Rocío rezó mucho conmigo. La Virgen me abrazó mucho,
eso sentí en Israel: Amor, mucho amor; mucha paz en mi corazón. Iba a volver a
intentarlo y solo depende de Dios, eso me dije. Que se haga su voluntad y no la
mía.
Así regresé. Con ganas de seguir corriendo,
perseverante y recargada de fe.
El 28 de agosto asistí tranquila al procedimiento. Le pedí a mi doctor milagroso que esta vez me transfiriera dos embriones y no uno como las veces anteriores. Aceptó (imagino compadecido de mi lucha). ¿Y si prenden los dos? Me dijo preocupado, mira que ya eres una mujer mayor. Si prenden los dos los cuidaré toda mi vida y serán un milagro de la Virgen, le contesté feliz. Ingresé a la sala con mi rosario que me había acompañado en Jerusalen, me concentré mucho y al término del procedimiento hubo un fuerte temblor en Lima; no tienen idea cómo sonreí feliz. No podía moverme mientras la tierra temblaba y seguía con las piernas arriba, pero sonreía mientras el doctor Escudero decía que era la primera vez que le pasaba. Sentí que era una señal del cielo, Dios me había ayudado y los dos bebitos se iban a quedar en mi nido de amor.
El 28 de agosto asistí tranquila al procedimiento. Le pedí a mi doctor milagroso que esta vez me transfiriera dos embriones y no uno como las veces anteriores. Aceptó (imagino compadecido de mi lucha). ¿Y si prenden los dos? Me dijo preocupado, mira que ya eres una mujer mayor. Si prenden los dos los cuidaré toda mi vida y serán un milagro de la Virgen, le contesté feliz. Ingresé a la sala con mi rosario que me había acompañado en Jerusalen, me concentré mucho y al término del procedimiento hubo un fuerte temblor en Lima; no tienen idea cómo sonreí feliz. No podía moverme mientras la tierra temblaba y seguía con las piernas arriba, pero sonreía mientras el doctor Escudero decía que era la primera vez que le pasaba. Sentí que era una señal del cielo, Dios me había ayudado y los dos bebitos se iban a quedar en mi nido de amor.
El 9 de setiembre Laboratorios Roe me hizo la mujer
más feliz de este planeta. La cifra era alta, muy alta, estaba embarazadísima.
El doctor Escudero cauto y sereno como siempre me dijo que teníamos que esperar
más días para saber si eran los dos, que no podía decirlo con esa cifra. Son
dos, le dije segura, han prendido los dos. Tranquila, me contestó; por lo menos
estamos segura que uno de todas maneras ha prendido. Media hora después recibía
un mensaje de la asistente de quien entonces era mi jefa en América TV. Me
pedía si o sí ir al canal de urgencia. Estoy en un chequeo médico, le contesté.
No importa, Clara te esperará, fue la respuesta de Paola Murakami. Manejé feliz
al canal. Llamé a mi hermana que vive en Canadá. Reía tanto, lloraba de
felicidad. Estoy embarazada!!!! Lo logré!!!! Mi amor había tenido tanta
razón!!!, yo iba a lograrlo!!!
Llegué al canal y comenzó una de las pesadillas más
feroces de mi historia. El mismo día que recibí la noticia más feliz de mis 46
años recibí también el trago más amargo de mi vida profesional. Me acusaban de
cosas sin sentido, me enlodaban sin asco y sin misericordia, y no importaba mi
defensa; los oídos estaban tapados de manera conveniente. El gobierno de
Heredia (perdón de Humala) triunfaba coludido con periodistas que en los días
siguientes no cruzaban fuentes ni querían escuchar más información. Yo no había
hecho nada malo, pero era demolida como si fuera una delincuente. No podía
respirar. Acepté que había pagado a una fuente por información con mi propio
dinero y que eso jamás constituye delito, pero mi palabra era menos que nada.
Me acusaban de cosas asquerosas, irrepetibles. En esa oficina y en todos los
días siguientes a mi lapidación pública estuve muy mareada y recuerdo que solo
cogía mi vientre. Hablé mucho con mis bebitos mientras escuchaba sandeces.
Quédense por favor, era lo único que les pedía. Mamá los va a cuidar. Eso les
digo todos los días: yo los voy a cuidar.
Nunca conté de mi embarazo en esos días
difamatorios. ¿Para qué? No quería usar mi maternidad para conseguir compasión
de gente con mala entraña. Cuando me alejé del canal, recordé a mi amado
Joaquín quien murió por un disparo de nieve en el corazón, de todo lo que me
decía cuando veía nubes negras: “Lo que sucede conviene”. De un plumazo había
perdido mis tres trabajos, pero la noticia de que estaba embarazada podía más
que cualquier duelo laboral. Dijeron de todo y me contaron cosas que no leí;
pero yo solo me concentré en el mensaje de mi doctor que en medio de la náusea
levantó la voz: cuida a los bebes, por favor aíslate. Ese fue su mandato y lo
cumplí: Me aislé.
La única verdad de todo este tiempo en el que
estuve muy callada es que dancé con lobos políticos y con supuestos colegas que
dijeron cualquier cosa sin escucharme, la única verdad es que busqué proteger a
mis bebes. Nunca tuve un caso abierto ni en el Perú ni en Bolivia. Nunca hice
nada malo y lo puedo gritar con la frente en alto. Me presenté a la fiscalía
voluntariamente, conté todo lo que debía contar y recé todos los días (lo sigo
haciendo) para proteger mi vientre. Hoy sé que mis bebitos están bendecidos y
que son muy poderosos. Los dos se quedaron. Los dos laten muy fuerte. Hoy mi
única responsabilidad es maternar con amor y fe, protegerlos, ayudarlos a
crecer. Ya cumplí 16 semanas y confieso que solo le agradezco a Dios porque me
ha dado más fuerzas. Los milagros existen si eres perseverante. Si quieres ser
mamá lucha hasta el último ovulito y nunca tires la toalla. La fe no solo mueve
montañas, te ayuda a anidar.
No sé qué pasará mañana con mi vida de periodista.
He conversado con varios directores de medios, agradezco algunas propuestas y
que me hayan querido escuchar. Los periodistas que han visto los papeles que
tengo saben que debo seguir investigando, pero comprenden que hoy mi prioridad
son mis hijos porque no soy joven y debo cuidarme. Guardo mucho reposo por
mandato médico y sé que el amor me sostiene. El amor protege, el amor defiende.
Gracias a los que han guardado mi secreto y me han llamado todos estos días a
ver cómo estoy. Gracias por tanto amor. Estos meses he comprendido que cuando
eres madre (y lo somos desde que estamos cuidando a los bebes en el vientre)
existe una fuerza superior. La maternidad es sagrada y el mundo entero se puede
caer alrededor, pero lo único que te importa es cuidar a tus hijos. Hoy solo le
agradezco a Dios y a la Virgen y bendigo todos los días al doctor Ernesto
Escudero porque siempre me alentó. Vale la pena amar, soñar y perseverar. Nunca
pierdas la fe.
Hoy somos tres corazones latiendo en un solo cuerpo
y mi doctor tenía razón. Estar embarazada es cosa seria. He pasado por cosas
muy intensas. Puedo oler después de mil años, huelo y eso es milagro de mi
embarazo, detecto olores y he tenido náuseas matiné, vermouth y noche,
tooooooodo el día, todo, pero nunca he vomitado. Eso le pedí a mis bebitos, que
se apiadaran porque si algo no soporto es vomitar. Tengo mucho sueño,
muchooooooo sueño, como si no hubiera dormida jamás y no tengo antojos, cosa
extraña en mí que soy una antojada de todo y ahora estoy aprendiendo a tejer
colchas para abrigarlos. Cada noche, antes de dormir, le cuento mil cosas a mis
bebitos, les escribo, les digo que los espero con mis brazos abiertos, que no
soy tan fuerte como parece, pero que ellos son mi impulso para seguir. Siempre
les digo que jueguen, que estén tranquilos, que solo tienen que crecer y que
del resto me encargaré yo, que bajo mis revoluciones para anidarlos.
Y por supuesto les escribo mucho.
Esto les escribí el 30 de octubre pasado. Cuando
sean grandes imagino que podrán leerlo:
Estoy buscando
tinta china para escribir tu nombre en mi corazón.
Sueño que lo hago sobre una fruta que tiene olor a vainilla.
Estoy buscando algodón del cielo para tejer tus almohadas.
Hilos de seda para abrigarte con una manta dorada
será solo para ti,
Sueño que lo hago sobre una fruta que tiene olor a vainilla.
Estoy buscando algodón del cielo para tejer tus almohadas.
Hilos de seda para abrigarte con una manta dorada
será solo para ti,
para ti
y luego para mí.
¿Cuándo subirá
la marea?
¿Cuándo llega la
luna creciente?
No soy la mejor
y creo que lo intuyes, pero igual espero con mi corazón
valiente que
late fuerte.
Puedo ser:
Tu abrigo
Tu red
Tu columpio
Tu puente para
cruzar.
La vida sigue
con su misterio y solo me saludas.
¿Qué haces?, me
preguntas.
Duermo
Sueño
Te busco.
Sueño
Te busco.
Eso mismo.
Ayer dormí
catorce horas y soñé que te veía
A ti,
A ti,
Y luego a mí.
Luego desperté y
me puse a escuchar a Sabina.
Bueno ya, no los aburro más con mis anécdotas de
mamá primeriza. Solo quería contarles que los milagros sí existen y que si
sueñan con algo que parece imposible no desfallezcan. Luchen y perseveren.
Caerán mil veces en el intento, pero les juro que cuando lleguen a la meta
serán las personas más felices de este planeta. Doy fe.